Lic. Xiomara Rodríguez
Diversos problemas que se presentan en el individuo podrían tener su origen en la seguridad que se le instaure, la carencia de ésta o la poca seguridad, puede llevar a estos niños a ser menos felices, poco adaptables a grupos sociales, agresivos con su entorno entre otros.
Desde que el niño nace, comienza a demandar aceptación de su entorno, saberse que le interesamos a aquellos que nos importan, encontrar refuerzos positivos en nuestras acciones, ya que empieza a manifestarse una preocupación de respuestas de un entorno en el que busca el espejo donde proyectar su propia imagen.
Es por ello que nosotros como padres necesitamos ser buenos modelos y reforzar positivamente las acciones que nuestro hijos realicen para que se instauren y se mantengan, por ejemplo, si el niño realiza una tarea, va donde uno de sus padres y le manifiesta sobre lo que hizo, pero la respuesta del padre es, “OK esta bien”, “pero te falto colocarle color”,” igual lo tenias que hacer”, “pero todavía te falta la de matemática”, en fin muchas más, el estimulo de hacer la tarea decae y es muy probable que deje de hacerla, ya que la intención del niño era de alguna manera llamar la atención del padre realizando una actividad que sabe que al padre va agradar porque es una labor escolar, y así conseguir sentirse felicitado, aprobado y seguro, buscando una conversación con su padre.
Además de esto, en lo que el niño comienza a madurar los procesos en su desarrollo evolutivo, su autoestima social comienza a operar con mayor fuerza, demandando más apoyo externo.
Allí es donde como padres necesitamos estar muy pendientes del concepto que nuestros niños tengan de sí mismos y buscar respuesta del por qué de esos autoconceptos, ya sean positivos o negativos, para ayudarlos construir o reforzar la imagen de ellos mismos, para apoyarla y aprobarla mediante frecuentes conversaciones que le aporten seguridad en ellos, puesto que si el niño comienza a manifestar frases, tales como “nunca hago nada bien”, “nadie me quiere”, “siempre soy el último, para que esforzarme”, “no sirvo para nada”, necesitamos transformar esta generalización del “siempre”, que es una distorsión cognitiva, a un hecho concreto y de forma aislado, por ejemplo “en esta oportunidad no lo hice bien”, de manera que el niño comprenda que aunque no haya realizado algo bien, no quiere decir que siempre le vaya a salir mal, o si alguien no lo quiere o no juega con él, no quiere decir que todos sus compañeritos sean igual.
Atacar estos problemas desde tempranas edades es oportuno, ya que con el pasar del tiempo, el niño comienza a sentir que no es su culpa, y comienzan a buscar responsables de sus problemas, por ejemplo, si saca una nota deficiente, no fue porque él no estudio, sino porque a la maestra le cae mal, y prefiere a ramoncito más que a él, ó en otros casos culpabilizarse de todo y sentirse que todo lo que le sucede es debido a su comportamiento y se merece lo que le sucede.
La labor como padres es ayudarlos a discernir entre los límites de su responsabilidad y la que tienen los demás, tanto para aceptarla cuando se es responsable, como saber cuando no es responsable.
Ser padres no es fácil, es una tarea que cada día exige más, pero si aprendemos a escuchar con atención las necesidades de nuestro hijos, guiarlos y orientarlos, con seguridad tendremos hijos más felices y mejores ciudadanos en el futuro.
Comentarios